Sean bienvenidos de nueva cuenta al Inframundo. Esta entrada no ha sido fácil. Como han podido ver los que sean visitantes regulares, le he sacado la vuelta un poquito al tema siguiente y en su lugar me he puesto a despotricar a diestra y siniestra e ignorando a propósito cualquier límite. Hoy no. Hoy por fin decidí regresar al aporte de contenido un poco más útil.
Hay una razón innegable que hace de estos cuentos una parte concurrente en mi lista preferidos y es que, en definitiva, estos incluyen mi personaje favorito de todos los tiempos y en todas las historias: La Muerte.
Este singular personaje puede darse muchos lujos. Puede ser cínico sin querer, como muestra mi autor favorito y al que llamo también "Padre" por su brillante forma de escribir y por darme siempre buenas dosis de carcajadas, el gran caballero inglés Terry Pratchett, puede también ser competitivo como se muestra en la película El séptimo sello, escrita y dirigida por el sueco consentido de muchos cinéfilos Ingmar Bergman, filme que sin duda alguna recomendaría de no ser porque puede actuar como un somnífero muy efectivo para quienes no estén acostumbrados a este tipo de cine (culpable). De todos los personajes del género de terror La Muerte es sin duda alguna la más poderosa por un hecho muy simple: es real. La Muerte, así se materialice o no, es algo que nos toca experimentar a todos los seres vivos y por ello, entre todas las características que se le han dado al personaje por diferentes autores, es para mí Terry Pratchett el más atinado. Me viene a la mente uno de los mejores libros de este autor llamado El segador, el cual muestra un discurso muy simpático: ¿Qué pasaría si a la Muerte le llegara su hora de la muerte? Si están deprimidos, muy muy deprimidos, recomiendo ese libro ya que no sólo les ayudará a salir de ese estado anímico de inmediato por medio de interminables carcajadas sino que les dará otra visión de vida y otra visión sobre el espacio dimensional o quizá multidimensional. Imaginación amigos.
Aquí dejo el vínculo en youtube de la película El séptimo sello, no les miento al decirles que tecleé primero inconscientemente El séptimo sueño. Me da gusto saber que si no les agrada la película, al menos pude darles una buena cura para el insomnio.
Ok, a lo que te truje Chencha. Soy fan de los cuentos, creo que se los mencioné alguna vez o dos, y por eso no he perdido oportunidad en ver muchas versiones de los mismos cuentos en youtube y en leer e investigar un poquito sobre el origen de algunos de ellos. Hubo un programa a finales de los ochentas, y creo que aquí en México llegó hasta los amados y añorados noventas, que se llamaba Narrador de cuentos o The Storyteller. Hablaré de varios de ellos, si quiero claro está, en otras entradas, pero por hoy hablemos del que más me entretuvo: El soldado y la muerte.
El programa Narrador de cuentos comienza con una frase fascinante que a la fecha lamento no se me haya ocurrido a mí: Cuando la gente relataba su pasado con cuentos, explicaba su presente con cuentos y predecía su futuro con cuentos...No les mentiré esta vez si les digo que aunque yo por lo regular recomiendo leer el cuento original, en esta ocasión la versión del programa antes mencionado no le pide absolutamente nada al cuento escrito, salvo por una variante en el final cuya importancia es poca y que, en realidad, le doy mucho más crédito al final que presenta el programa que al final escrito por el ruso Aleksandr Nikoláyevich Afanásiev (1826-1871).
Les dejo aquí la liga del cuento, ya que no se los contaré para evitar spoilers y no quitarles el placer de verlo por ustedes mismos, además que en esta entrada sólo hablaré del elemento común que tiene con otros cuentos.
Este elemento en común es el suponer lo que pasaría si un humano tuviera a la Muerte de su lado y le diera la prerrogativa circunscrita de salvar a otros de la misma, adquiriendo por consiguiente fama, dinero, y por qué no decirlo, felicidad. Sin embargo, no se le puede quitar la última palabra a la Muerte.. Los protagonistas de estos cuentos intentaron tener la última palabra, y aunque quizá lo hayan logrado, las consecuencias fueron muy graves. El relato original tiene varios títulos, es anónimo y forma parte del folclor español y el final varía según quien lo cuente, pero por muy poco, ya que en esta situación no hay mucho por hacer. La lección del relato se da durante el relato mismo y no importa mucho el final. Los hermanos Grimm tomaron este relato y escribieron El ahijado de la muerte, cuento que posteriormente fue retomado por el alemán Bruno Traven para escribir Macario que es una variante de El Ahijado de Muerte aplicado brillantemente a la vida mexicana, o siendo más precisa, a la situación de pobreza mexicana, que la verdad no ha cambiado mucho. Traven es el claro ejemplo del extranjero que llega a nuestro país, y por alguna razón que los mismos mexicanos a veces no entendemos, se enamora de él perdidamente. Vivió aquí muchos años hasta su muerte, supuestamente, ya que incluso su biografía puede no ser precisa debido a su insistencia por mantenerse en el anonimato. En fin.
Tanto en El ahijado de la muerte, como en El soldado y la muerte y Macario ocurre, por diferentes circunstancias previas, que el personaje tiene la facilidad de ver a la Muerte cuando alguien esta enfermo. Si la Muerte está junto a los pies del enfermo entonces él puede curarlo ya sea con una hierba como en el cuento de los Hermanos Grimm o con una bebida como en el de Bruno Traven, pero el enfermo debe morir si la Muerte está junto a su cabeza. En El soldado y la muerte uno de los diablos a los que tenía prisionero le da un vaso que, con agua, puede ver en dónde esta la Muerte para saber si el enfermo puede salvarse o no (extrañamente, varía también dependiendo la versión, en dónde tiene que colocarse la Muerte para determinar si un enfermo va a salvarse o no). Llega el punto en la historia, dependiendo quien la cuente, en que los protagonistas de los tres cuentos quieren que viva un enfermo que la Muerte ha decidido llevarse inexorablemente. Ya sea el relato original en el que el protagonista se enamora de la enferma que era hija del rey, o el hijo o la hija de un noble, que, de salvarlos, la suerte de nuestro casi héroe mejoraría de algún modo u otro. No lo logra en El ahijado de la Muerte, pero sí en El soldado y la Muerte, el problema del soldado fue, que burlar a la Muerte sólo le trajo dicha a corto plazo y no a largo plazo porque las cosas, por algo, tienen su curso.
Todo empieza y todo tiene que acabar. Hemos de hecho visto y leído muchas historias de seres abandonados por la Muerte que poseen la inmortalidad, algo a lo que muchos llaman una cualidad, que están hartos de ella y aburridos. Claro, en la ficción, no todos los seres inmortales se aburren de serlo, pero me parece muy interesante que incluso en la ficción se toque el tema.
Más interesante todavía, es que este relato haya sido tomado en sí, con muchas variantes, pero resultados similares en varias culturas y que pueda aplicarse perfectamente a todas. Estamos hablando de un cuento con su origen en España, retomado en Alemania, vuelto a retomar en Rusia y después en México gracias a un alemán que se sentía mexicano, y en ninguno de los casos la historia está fuera de lugar. No dudo que incluso la misma historia sea relatada en otros países con otros elementos pero dando el mismo resultado, sólo que yo conozco únicamente estas versiones.
Me resulta importante señalar que siempre, este último enfermo es una persona importante que, de todos modos, es alcanzado por la Muerte sea quien sea. Esto me da consuelo a mí. No importa que tanto dinero tenga el dueño de la compañía proveedora del servicio de teléfono e internet en mi casa que también es de los hombres más ricos del mundo, porque la Muerte también vendrá por él. El dinero, dejando fuera la ficción, no compra la inmortalidad. Quizá podrá comprar la paz mental de este tipo de gente al dejarle millones a sus hijitos, gentecita chifladita y un tanto psicópata, pero morirán también. No se trata de que les desee yo ningún mal, simplemente me alegra pensar en la frase "polvo eres y en polvo te convertirás" cuando la arrogancia de algunas personas que me rodean llega a extremos insoportables. En la vida no somos iguales, en la Muerte, aunque no queramos, sí. Por eso, en cualquier historia, en cualquier cuento, en cualquier leyenda de cualquier país, y de cualquier autor, la Muerte será siempre mi personaje favorito.
Por ello, en El ahijado de la Muerte tomando este principio, el personaje del padre al inicio de la historia que busca a un padrino para su treceavo hijo (sí, hay un significado oculto en el número, doce y el decimotercero es el ahijado de la Muerte, pero hablaré de ello en otra entrada) entre Dios, el Diablo y la Muerte, el señor elige a la Muerte y por lo mismo Macario decide también compartir su guajolote con la Muerte. No es la misma situación en el cuento del soldado, que aunque, debo admitir que es mi versión favorita de la misma historia, la Muerte aquí es un personaje asustadizo, porque a diferencia de los otros dos cuentos, en el soldado y la Muerte, es a la ausencia misma de la Muerte a lo que se le debe temer. Macario y el ahijado retan a la Muerte y pierden, en cambio, el soldado logra engañar a la Muerte, pero el hecho de que ésta, siendo tan necesaria a fin de cuentas, huya de él, ocasiona su desgracia.
Ya escribí mucho y no los quiero saturar, por el momento ha sido todo y los dejo con la película de Macario protagonizada por el Maestro y gran actor Ignacio López Tarso, todo un clásico del día de muertos en nuestro país.
¡Hasta la otra!
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