¡Qué tal! Bienvenidos de nueva cuenta al Inframundo. El día de hoy tengo lo tan llamado “bloqueo de escritor” que no es más que un eufemismo para indicar que ando en plan de flojera dominguera, la verdad tengo cosas por hacer, pero me entró el bicho de la procrastinación, por ello, en lugar de atender ese sinnúmero de deberes angustiantes, me pongo mejor a bloguear sin tener ni idea de lo que voy a escribir.
Me aviento pues a la tarea de hablarles sobre el cuento de La Sirenita que ya les había prometido a esas personas cultas, finas, de buenas costumbres, con gran educación y niveles intelectuales envidiables que son mis lectores. Vaya pues que no es una tarea fácil. Tengo que confesar que al analizar tanto el cuento de La Sirenita de Andersen y compararlo con el relato de Ondina de Friedrich de la Motte Fouqué no pude evitar decantarme por Ondina, a pesar de que la resolución que le da Andersen al personaje de La Sirenita me parece mucho más enriquecedora. Apreciable lector, si no te gustan los odiosos spoilers no sigas leyendo, en caso de que hayas decidido leer los relatos tú mismo, algo que yo recomiendo altamente. O bien puedes ahora mismo ponerte a leer los relatos, y después venir a mi blog a leerme y rayármela si encuentras mi opinión odiosa.
Comienzo con el spoiler número uno y que creo que muchas personas ya saben. Sé que no estoy descubriendo la isla del tesoro perdido si les digo que el personaje acuático femenino no termina bien en ninguno de los dos relatos…o bueno, no termina bien en el sentido disneysesco, pero los finales de ambos relatos son muy justos, dándole por supuesto un mérito extra a Andersen por las razones que voy a explicar.
En el conocido cuento de Andersen, tenemos a un personaje que vive en el agua desde un inicio, y ahí pertenece, se obsesiona con la tierra debido a que se apendeja…perdón, se enamora, y como las cosas no le salen del todo bien termina como “hija del aire” por putos 300 años. Así es querido lector, no un año, ni dos, ni veinte 300 MALDITOS AÑOS de altruismo le costó el querer dejar de ser un pescadito para poder ligarse a un príncipe que la mandó a la friendzone y nunca la sacó de allí. Bueno creo que me estoy adelantando mucho. Iré por partes.
Hay un formato del que quiero que se den cuenta aquí, ni para qué les escribo si no les voy a aportar nada. El personaje viaja por tres elementos, lo cual no es poco común en los cuentos clásicos en general. El personaje vive en el agua, después se va a la tierra, en donde obviamente le tocó el destino más miserable y después se pasa al aire. Esto mismo ocurre con el cuento de Pulgarcita de Andersen también, en el que tiene sus tres viajes primero a través del agua con las ranas esas que querían casarla, luego en la tierra con un ratón y un topo que también se quería casar con ella, y pues vemos aquí una insistencia y presión ejercida por los personajes para volver a Pulgarcita zoofílica, hasta que al final la rescata la gaviota, que es el tercer viaje por aire y bueno ya luego si se me viene en gana les hablaré de ese cuento. Tengo la impresión de que Andersen andaba de buenas cuando escribió Pulgarcita, pero cuando escribió La Sirenita andaba en la depre.
Y sin embargo, La Sirenita es para mí uno de los mejores cuentos porque nos enseña algo muy chingón que no nos enseñan otros cuentos. De nuevo, me detengo aquí un poco por el bien de las personas que no están muy enteradas de lo que ocurre en el cuento real y les doy un breve resumen muy a mi estilo: Son seis hermana sirenas o también llamadas ninfas del agua, (un concepto un poco confuso sobre el cual les escribiré más adelante) que son princesas porque son hijas del mero mero Sr. Rey Tritón que vive bajo el mar. Cuando cumplen 15 años, se les permite ir a visitar la superficie. Algún obsesivo de la numerología podría también notar el uso del número seis en el cuento, seis hermanas, quince años, cinco más uno seis y así, pero yo no, sin embargo, si algún lector le interesa compartirnos el porqué de ello con gusto recibo su comentario, aunque tampoco descarto la posibilidad de que Andersen lo escribió así porque se le dio su reputísima gana y ya, sin simbolismos, es aquí cuando lamento que mi búsqueda de la ouija perfecta para contactarlo y preguntarle, haya fracasado.
En fin, seis hermanitas, cada una mayor a la otra por un año y nuestra protagonista es la menor, por lo tanto a ella se le estuvo calentando el sartén por más tiempo que a las otras para por fin ir a ver que había al otro lado del charco, o más literal, arriba del charco. Cuando a las hermanas les tocaba ir a ver qué onda, regresaban luego al fondo del mar y les contaban lo que vieron a sus otras hermanas, cosa que le causaba más impaciencia a la pequeña, hasta que por fin le toca ir a la superficie en sus quince, porque así es la vida, algunas personas hacen una celebración de quince años con champaña y mariachis desafinados tocando “la última muñeca” y los seres del mar pues…nadan a la superficie. Por lo que se lee en el cuento de Andersen, la gente con cola de pescado tiene las mismas hormonas que una adolescente en concierto de One direction o una mamada similar (poner Justin Bieber me pareció demasiado barato de mi parte) y siendo así, se enamora del primer chamaco ojiazul que ve, o bueno, que rescata, porque el fulano estaba a punto de ahogarse luego de que el barco en el que iba se hunde al igual que las ilusiones de nuestra pescadita lo harían más tarde. Y así, lo rescata, pero se esconde para que él no la vea y cuando él despierta ve a otra mujer que iba pasando por ahí y él piensa que ella fue la que lo rescató, pero a diferencia de ciertas versiones que he visto de los cuentos, él se queda con la imagen de esta otra mujer pero no la vuelve a ver hasta casi el final del cuento.
La Sirenita, que en el cuento original no tenía nombre, no se llamaba Ariel, ni Coral, ni Perla, se regresa para su rancho en el fondo del mar pero no deja de pensar en su vocalista de One direction. Visita la superficie con frecuencia y no lo vuelve a ver hasta que las hormonas la hunden en la desesperación y va a visitar a la santera embaucadora de la cuadra para que le haga un trabajito. La bruja le dice lo obvio, que nadie se enamora de alguien que huele a atún ya que es la comida principal de toda dieta odiosa y le dice que le dará un par de piernas a cambio de…de…siento repugnancia al decirlo…a cambio de su voz. Esta es la parte más escalofriante e intolerable del cuento. Bueno será que yo primero me corto –inserte palabra vulgar y dolorosa de cortar aquí- antes que perder la voz. Es en esta parte del cuento en donde más detesto al personaje de la Sirenita y en la que menos respeto le tengo. Alguien pudo haberle explicado que el amor se acaba. Alguien pudo haberle dicho que esa cosa que la gente entiende por “amor” no son más que engaños bioquímicos del cerebro para reproducirnos y que no se acabe la especia humana (que bien a veces siento que debería acabarse de una puta vez) y que además ese efecto hipnótico que embrutece y atormenta dura sólo dos años, porque químicamente no puede durar más y que después llega el más puro infierno y que la voz en cambio es un instrumento que trae alegrías, desahogos y pasiones, por mucho más de dos años a menos que cantes a gritos como el vocalista de Linkin park (y que de hecho a él le ha durado su voz todavía para deleite mío). Pero como yo no salgo en el cuento, nadie le explicó esto a la quinceañera y comete el error de aceptar el trato con la bruja que no sólo incluía el que le diese su voz, también incluía sentir que le encajaban cuchillos y agujas con cada paso que diera con sus piernas de humana y…además, si Príncipe Ojiazul no le hacía caso y se casaba con otra, todo se iría al catre y ella se convertiría en espuma de mar.
Esto no es al azar. Andersen quiso ser cantante de ópera y de hecho fue cantante un tiempo hasta que su voz se quebró, algo que debió haber sido en extremo doloroso para él y no por nada lo pone en el cuento. Según Noel Daniel, el editor de una de las recopilaciones de cuentos de Andersen, este último hace pasar a la Sirenita por muchos sinsabores y tristezas porque los vivió él mismo y no creo que el hecho de que la Sirenita tuviera que dar su voz a cambio sea un detalle que deba tomarse tan a la ligera, porque para quienes amamos cantar, perder la voz es algo peor que la muerte o una tarde viendo televisión abierta.
Detalle importante, que ocurre tanto en La Sirenita como en Ondina: las sirenas y/o ninfas del agua, no tienen alma, algo muy sobrevalorado de acuerdo al sabio y filósofo Bart Simpson. Aquí entra el carácter religioso del autor al hablar de algo que existe más allá de la muerte. Andersen da por sentado que todos tenemos un alma y que al morir hay algo más, cosa que su personaje, La Sirenita, tuvo que ganarse al igual que Ondina. Y es que, cuando se le dice a la Sirenita que los seres del agua no tienen alma, ella pregunta cómo se la puede ganar, y la abuela le responde que un humano tiene que amarla y tomarla por esposa y así pues se le abre la posibilidad de irse al infierno o al cielo después de morir. Yo no sé ustedes, pero esta cláusula para ganarse un alma me parece muy injusta y dependiente. Afortunadamente, el autor también lo creyó así.
La necesidad de trascender del ser humano no es novedad para nadie. Algunos tienen la necesidad de tener hijos, otros tienen la necesidad de crear. Me cuento entre el segundo tipo de personas aunque claro, respeto la decisión de cada quien. Pero es interesante el hecho de que, a pesar de ser educados con la creencia que tenemos un alma inmortal que a nadie le consta que existe, tenemos una necesidad de dejar algo en nuestro paso por el mundo, ya sea hijos, libros, muertos en el caso de ser psicópata, etcétera. Ni los psicópatas se escapan de la necesidad del ser humano de trascender. Andersen fue una persona a la que la vida amorosa no le trajo felicidad de ningún tipo, esto hizo que él se negara a trascender de la misma forma en que él veía que quería trascender la gente a su alrededor: con hijos y una familia.
Por eso el cuento de La Sirenita es tan interesante. A diferencia de los otros personajes de los cuentos, este personaje no tiene un final feliz en la tierra. Ella sacrifica su voz y se expone a un tremendo dolor físico con tal de estar cerca del príncipe y el príncipe, a pesar de quererla con el cariño que se le tiene a una hermana menor, nunca se enamora de ella y él termina casándose con la que pensó que lo había rescatado y de la cual se enamoró perdidamente, y también, vale la pena decir, que esta mujer era una princesa y por obvias razones le convenía más al príncipe. Entonces, tenemos uno de los pocos relatos en los que se nos cuenta la historia de alguien que no fue correspondido en el amor, en lugar del cliché del amor a primera vista. Entre el príncipe y esta princesa se da ese cliché. La Sirenita es ese típico personaje, que existe en la vida real, y que ¿para qué negarlo? todos hemos sido alguna vez que se queda viendo a la felicidad de otros mientras el corazón de ella se parte.
Al cumplirse el cliché del príncipe felizmente casado con la princesa (al menos momentáneamente felices como bien sabemos que ocurre eventualmente con el matrimonio) a la que no se llamaba Ariel pero así le pusieron en Disney, le surge una oportunidad. Sus hermanas fueron con la bruja y a cambio de sus cabellos (estas no fueron tan pendejas como para dar la voz) la santera les da un cuchillo con el cual la que tampoco se llamaba Coral podría enterrárselo al príncipe en el corazón y de este modo, con la sangre caliente proveniente vertida sobre sus piernas, ella volvería a ser sirena y podría retacharse para su rancho en el fondo del mar.
He de confesarles una cosa. Hay una ópera llamada Rusalka que es una mezcla en algunas partes del cuento de Andersen, sobre todo en esta parte de matar al príncipe para ella volver a la normalidad y la pérdida de la voz etcétera, pero en otras la ópera toma mucho de Ondina sobre todo en el final. Cuando vi la ópera, en esta parte morí de coraje y no pude dejar de tildar al personaje de Rusalka de deficiente mental al desperdiciar la oportunidad de matar al príncipe como venganza por haber preferido a la otra y de pasada volver a ser una ninfa, sobre todo por el hecho de que primero no puede matarlo con el puñal pero luego termina matando al príncipe como quiera con un beso y ya sin tener la prerrogativa de volver a ser una ninfa. Pero recordé una cosa. Mi sed de venganza tiene que ver con mi condición de humana. Los humanos somos así, nos hicieron daño, y con justa razón queremos vengarnos o al menos ver jodido a quien nos jodió. Y recordé también que los personajes de Ondina, La Sirenita, y Rusalka no son meramente humanos. Por eso les decía que confunde un poco el concepto de sirena y/o ninfa del agua. Y aquí tenemos, en mi opinión, dos elementos de formato de cuento: la ninfa, y el sacrificio de sangre.
En este caso, la sirenita o ninfa del agua es un ser pues…del agua, valga la redundancia y sus emociones, mitológicamente hablando, son más puras que las de los seres humanos, por ello, lo que yo califico como “deficiencia mental” al negarse a matar al príncipe, no es más que la pureza del personaje en sí comparada con mis pasiones humanas killbillescas.
Es importante señalarles cómo me confundió el uso de la palabra Sirenita comparado con el uso de ninfa del mar. Aparentemente son la misma cosa pero resulta que no y fue gracias a los videos de Faerie Tale Theater en youtube que me llevaron a investigar la diferencia.
Como saben, soy fan no sólo de leer cuentos, sino de ver las diferentes versiones de los mismos en youtube ya sea en películas o caricaturas. Cuando me puse a ver, reviviendo mi infancia, el cuento en youtube Faerie Tale Theater de The Little Mermaid doblado al español, me llamó la atención algo que dicen las tres sirenas (porque aquí se pasaron el escrito de Andersen por el arco del triunfo y ponen tres sirenas en vez de seis, y la edad para subir a la superficie es de 21 años, cambian el patrón del número seis por el tres, probablemente porque no iba a ser creíble que la actriz tuviese 15 años, como de hecho tampoco lo es que tenga 21) a partir del minuto 3:45 mencionan que ellas no son sirenas sino que son seres míticos que confunden con sirenas y que las sirenas son otra rama de la familia a las que ni siquiera les hablan. Me desconcertó mucho esto, ya que en español el cuento se llama “la sirenita” y lo primero que dicen estas fulanas es que no son sirenas. Dejo aquí el vínculo de la parte en cuestión, para que puedan verlo por ustedes mismos:
Al llamarme la atención esta parte, me puse a ver la versión original en inglés, para confirmar si en verdad decían esto y no era cuestión del doblaje y sí, en efecto en inglés mencionan que ellas son mermaids y no sirens que es con lo que las confunden.
Aquí la versión en inglés por si son curiosos igual que yo y quieren en efecto confirmar esto:
Afortunadamente, no he sido la única que se ha hecho la pregunta de ¿cuál es la estúpida diferencia entre mermaids y sirens? Y ¿cuál es el equivalente de esta diferencia en español?
En el siguiente vínculo http://knowledgenuts.com/2014/02/05/the-difference-between-mermaids-and-sirens/ se explica que mermaid es un término dado a una criatura con cuerpo mitad de mujer y mitad pescado y que siren es un término dado a seres que cantan pero que mitológicamente nunca fueron mitad humanos mitad pescados entre otras cosas y que después, el término de siren se fue confundiendo con mermaid dándoles a las mermaid voces cantantes que originalmente no tenían. Según veo, en español, siren se traduce meramente como sirena en cambio mermaid si bien se le ha dado la traducción de sirena, el término náyade que precisamente en mitología griega significa ondina es una traducción más apropiada.
De hecho, en Ondina, nunca se menciona que el personaje haya sido mitad humana y mitad pescado. He aquí un fragmento de Ondina:
Amigo mío, tienes ante ti a una de esas ondinas.
—Deberíamos ser mucho más felices que vosotros los
humanos. También nosotros nos llamamos criaturas humanas y lo somos por el
aspecto, pero diferimos de vosotros en un punto muy esencial: dejamos de
existir por completo después de la muerte.
Esta conversación se lleva a cabo después de la boda de Ondina con el caballero Huldebrando, que, a diferencia de La Sirenita, Ondina si se casa con su amor y es por medio de esto que ella adquiere un alma, peroooooo, el problema vino, de forma más realista, después de la boda, pero no diré más, los invito a que lean Ondina, un relato por demás interesante y devastador que se puede descargar en línea, como casi todo en estos días.
Aclarada esta diferencia, que la verdad a mí sí me tenía un poquito confundida, procedo a hablar del otro elemento que es el sacrificio de sangre. Como verán es un patrón que se repite a lo largo de muchas historias tanto clásicas como contemporáneas. Si recuerdan el cuento de Blancanieves, esta nace debido al deseo de su madre que se pincha el dedo y tres gotas de sangre caen en la nieve etcétera. Su deseo se cumplió debido al derramamiento de sangre. Ocurre también en las leyendas que dicen que se firman pactos con demonios con sangre, cosa innecesaria porque una pluma de punto fino también es válida ante la ley y los juzgados infernales, y si hablamos de historias contemporáneas, se requirió la sangre de Harry Potter para que Voldemort tuviese forma semi humana, en el Laberinto del Fauno también se requirió un sacrificio de sangre al final y bueno en uno de mis programas favoritos Xena: Warrior Princess se tocó el tema con mucha frecuencia.
En Ondina, esta situación no ocurre, pero sí ocurre tanto en el cuento de Andersen, probablemente con el conocimiento de esta cuestión repetitiva, como en la ópera Rusalka.
Como ya mencioné, la Sirenita no tiene los instintos vengativos humanos y por ello, se rehúsa a matar al príncipe. Llega el temido amanecer que la destinaba a ella a convertirse en espuma de mar debido a que había fallado en su intento de conseguir un alma casándose con el príncipe y entonces cuando los rayos del sol la tocan, las hijas del aire llegan a salvarla, explicándole lo siguiente:
“Las sirenas no tienen alma inmortal y no la tendrán nunca a menos que consigan ganarse el amor de un hombre; su existencia eterna depende de un poder que le es ajeno. Las hijas del aire tampoco tienen alma, pero pueden creársela ellas mismas mediante sus buenas acciones.”
Es muy claro para mí que Andersen, a pesar de haberse inspirado en el cuento de Ondina decidió darle un giro desafiando esta idea de depender de alguien más para lograr la trascendencia y también decirnos que nada está escrito en realidad. No es justo condenarnos a nosotros mismos y depender de otros cuando somos nosotros los que nos podemos crear el camino sin depender de nadie y tampoco es justo que haya sólo una manera de trascender. Y para Andersen, de hecho no la hay y él mismo quiso lograr la inmortalidad a través de su obra, y de hecho, como sabemos, lo logró.
Ahora, otra cuestión, y la última de mi parte. ¿Por qué a diferencia de otros personajes de cuentos que también sufren en algún punto, la Sirenita no se queda con el príncipe, como lo lograron la Cenicienta, Blancanieves, y muchas otras? Para mí, es simple. Si observamos, estos otros personajes sufrieron por circunstancias externas pero nunca renunciaron a su naturaleza. La Sirenita en cambio renuncia a su naturaleza en todos los sentidos, renuncia a su cola de pescado, renuncia a su voz, renuncia a su bienestar físico al sentir dolor cada vez que tuviese que caminar, todo por el bien del amor. ¿Y qué pasa? Pues que no resultó. Y en mi opinión, aunque el príncipe le hubiese correspondido, eventualmente, cuando el amor se acabara, ella iba a comenzar a extrañar el mar, a hartarse de sufrir dolor, y por supuesto, iba a pensar que renunciar a su voz era dar demasiado. De hecho en Ondina, a pesar de haber sido correspondida, la diferencia en la naturaleza de ella, y la naturaleza de Huldebrando, trajo problemas después.
Amigas y amigos visitantes del Inframundo, recuerden, nunca renuncien a quienes son, por nada ni por nadie porque lo que se obtiene en algún momento se verá como muy poco comparado con lo que se perdió. No renuncien a quienes son por el amor de otra persona, porque, aunque suene muy duro, el amor eterno no existe, termina extinguiéndose. Lo mismo sucede cuando renunciamos a quienes somos a cambio de un puesto de trabajo o a cambio de dinero o a cambio de cualquier otra cosa. Lo único que siempre terminaremos teniendo, es a nosotros mismos, y es mejor estar contentos con lo que somos, que al fin y al cabo, tú siempre estarás ahí para ti, y no me cabe la menor duda que cambiar para complacer a otros trae siempre desdicha y nunca termina bien y eso es lo que creo que nos enseña el cuento de La Sirenita. Quizá para muchos, el final del cuento sea triste porque no se queda con el príncipe a diferencia de lo que nos muestra Disney, pero yo creo que es mucho mejor este final original, y el final de muchos cuentos, ¿por qué? Porque estamos confundidos y pensamos que la palabra “cuento” significa automáticamente “final feliz” y no necesariamente es así. Además, considero que estaríamos mejor preparados para los sinsabores de la vida si, de vez en cuando, leyéramos más historias como estas, que si bien no tienen el final que esperamos, nos enseñan una lección. Los invito a que lean los escritos originales de sus cuentos favoritos, se llevarán grandes sorpresas, y también, aprenderán muchísimo.
¡Hasta la otra!
Acuarelas del cuento de “La
Sirenita” de Joseph Paleček, checo, 1981.
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